Una vida entre dibujos y pinturas

Conservo buena parte de mis dibujos y pinturas desde comienzos de los años sesenta hasta hoy, aunque otra buena parte se ha perdido o la di en su día a familiares y amigos y, en algún caso, incluso los he vendido o los hacía por encargo. Visto con retrospectiva, esta colección espontánea de bocetos, dibujos y pinturas, de los más diversos estilos y temáticas, son como un diario gráfico, no intencionado. Nunca me he preocupado por encontrar un estilo propio, ni en la factura o el lenguaje gráfico ni en la temática. He probado de todo y he curioseado en todo. He sido un autodidacta completo. Sólo en los últimos diez o quince años he ido a clases de pintura, dibujo o grabado, que eran más que un sitio de aprendizaje, un espacio y un tiempo para entregarme a esas actividades.

No obstante, visto en conjunto se observan algunas regularidades, cambiantes con los años. Regularidades obedientes de influencias artísticas o gráficas del momento, de lenguajes pictóricos (del realismo a la abstracción expresionista y constructivista, del surrealismo al simbolismo, del expresionismo al impresionismo), de temas (paisajes, figuras y personajes, bodegones, formas abstractas, etc.), o de intenciones (divertimento, literaria, denuncia política o social, poética, filosófica, etc.). Esa colección forma mi universo personal de imágenes que testimonian muchos aspectos de mi biografía. Un diario personalísimo que se ha ido haciendo en paralelo a mis andanzas vitales. Una prueba de mis formas cambiantes de mirar y de ver el mundo o los mundos.

Dibujar y pintar han sido para mí una necesidad, un divertimento, una forma de relax, de educar la mirada, de poner atención en las cosas, de aislamiento, de pensar y de soñar. Sin más pretensiones. Un hacer para mí que, ahora, dejo ver a los demás.